El viaje
Breve pero apasionante relato donde se formulan preguntas que todos nos hacemos y respuestas que todos buscamos... Nuestras vidas son como ríos. En el fondo, lo que interesa es llegar al mar...
Toño, Antonio Serna Andrés, mi hermano, médico anestesista en el Hospital Civil de Bilbao, murió hace unos años. Tenía una fibromielosis de tipo leucémico y no superó la dura prueba del trasplante de médula.
Uno de sus amigos, que también es médico, nos acompañó en los últimos dias, antes de su muerte, y me sugirió que escribiese el "Libro de Job hoy". A pesar de ser médico le afectó aquella situación tan angustiosa. Las penas de Toño -radioterapia, quimioterapia- duraron siete meses. Durante el transcurso de la enfermedad creíamos que podía soportarse tanto sufrimiento porque al final se iba a superar. Pensábamos que Toño iba a recuperar la salud.
Sin embargo, Toño murió. Así que comencé a releer el libro bíblico de Job y a transcribir la presente versión, como una terapia personal, y como un ejercicio de meditación en los días posteriores a su muerte. Job, Toño, se llama Alberto en el texto.
Al hilo de la escritura, el personaje de Alberto no termina ajustándose exactamente a la persona querida y el texto toma vida propia. Su famiía actúa en el libro de forma diferente a lo que sucedió en la realidad porque nos acercamos a un sufriente genérico; pero su lectura puede servir a otras personas que han pasado por un trance similar y se han preguntado crudamente por el sentido del mal, el dolor y la muerte.
Toño, Antonio Serna Andrés, mi hermano, médico anestesista en el Hospital Civil de Bilbao, murió hace unos años. Tenía una fibromielosis de tipo leucémico y no superó la dura prueba del trasplante de médula.
Uno de sus amigos, que también es médico, nos acompañó en los últimos dias, antes de su muerte, y me sugirió que escribiese el "Libro de Job hoy". A pesar de ser médico le afectó aquella situación tan angustiosa. Las penas de Toño -radioterapia, quimioterapia- duraron siete meses. Durante el transcurso de la enfermedad creíamos que podía soportarse tanto sufrimiento porque al final se iba a superar. Pensábamos que Toño iba a recuperar la salud.
Sin embargo, Toño murió. Así que comencé a releer el libro bíblico de Job y a transcribir la presente versión, como una terapia personal, y como un ejercicio de meditación en los días posteriores a su muerte. Job, Toño, se llama Alberto en el texto.
Al hilo de la escritura, el personaje de Alberto no termina ajustándose exactamente a la persona querida y el texto toma vida propia. Su famiía actúa en el libro de forma diferente a lo que sucedió en la realidad porque nos acercamos a un sufriente genérico; pero su lectura puede servir a otras personas que han pasado por un trance similar y se han preguntado crudamente por el sentido del mal, el dolor y la muerte.