CRÍTICA LIBROS
Retorno al humanismo
JON KORTAZAR 16/07/2002 El país
Una poesía de interpretación del entorno más cercano, una poesía que habla al corazón de las personas: así puede definirse el libro Surcos de José Serna, que quiere ser un trabajo en el terreno de los valores humanistas.
José Serna nació en Madrid en 1951, pero se trasladó muy pronto a Bilbao. Si su obra más conocida se centra en la colaboración periodística, no ha dejado de lado la creación literaria y poética. Antes de este libro ha publicado Salmos del siglo XXI (1995) y El viaje, un grito de dolor y de esperanza ante la enfermedad y la cercanía de la muerte (2002).
Zubiri, citado ya en la página segunda de este libro, ayuda en la consideración de este poemario que representa elementos cercanos, cotidianos, tocados por la sensibilidad que recoge la miseria, el dolor, la aventura vital difícil y cargada de dificultades. Por eso, parte de lo cercano para ofrecer una mirada sobre algunas de las tragedias e injusticias que se cometen en el mundo contemporáneo.
De esta forma, los personajes marginales de nuestra sociedad (niños perdidos en un mundo hostil, madres que pierden a sus hijos e hijas en la droga, la violencia y el asesinato que sacuden a esta sociedad) forman un friso de creaciones, desde donde el autor compone una poesía, a veces descriptiva, otras veces, deudora del contraste y de la frase directa, que declara la esperanza en una vida más solidaria y tolerante, junto a la vuelta a una reflexión crítica sobre algunos de los temas más importantes de nuestro tiempo: el de la desigualdad y el de la infelicidad.
Dividido en tres partes, el libro configura una visión circular sobre la evolución poética del autor. La primera parte, Surcos, se compone de impresiones breves que dan pie a la descripción y a la reflexión. El peregrino, que da nombre a la segunda parte, es un largo poema alegórico. Y Latidos compone una sección más personal e intimista.
Los poemas toman la forma de los salmos bíblicos, no sólo por su concepción temática, que busca una vuelta a los valores humanísticos, sino también en su dicción, simple, desnuda, siempre a la búsqueda de una comunicación directa, elaborada en el contraste de imágenes y, de cuando en cuando, con referencias ideológicas expresadas de manera sencilla.
Surcos resume el esfuerzo por reivindicar, desde el humanismo, una mirada crítica sobre el mundo contemporáneo, a veces teñida de nostalgia, a veces de una cierta estética tradicional y conocida.
Una poesía de interpretación del entorno más cercano, una poesía que habla al corazón de las personas: así puede definirse el libro Surcos de José Serna, que quiere ser un trabajo en el terreno de los valores humanistas.
José Serna nació en Madrid en 1951, pero se trasladó muy pronto a Bilbao. Si su obra más conocida se centra en la colaboración periodística, no ha dejado de lado la creación literaria y poética. Antes de este libro ha publicado Salmos del siglo XXI (1995) y El viaje, un grito de dolor y de esperanza ante la enfermedad y la cercanía de la muerte (2002).
Zubiri, citado ya en la página segunda de este libro, ayuda en la consideración de este poemario que representa elementos cercanos, cotidianos, tocados por la sensibilidad que recoge la miseria, el dolor, la aventura vital difícil y cargada de dificultades. Por eso, parte de lo cercano para ofrecer una mirada sobre algunas de las tragedias e injusticias que se cometen en el mundo contemporáneo.
De esta forma, los personajes marginales de nuestra sociedad (niños perdidos en un mundo hostil, madres que pierden a sus hijos e hijas en la droga, la violencia y el asesinato que sacuden a esta sociedad) forman un friso de creaciones, desde donde el autor compone una poesía, a veces descriptiva, otras veces, deudora del contraste y de la frase directa, que declara la esperanza en una vida más solidaria y tolerante, junto a la vuelta a una reflexión crítica sobre algunos de los temas más importantes de nuestro tiempo: el de la desigualdad y el de la infelicidad.
Dividido en tres partes, el libro configura una visión circular sobre la evolución poética del autor. La primera parte, Surcos, se compone de impresiones breves que dan pie a la descripción y a la reflexión. El peregrino, que da nombre a la segunda parte, es un largo poema alegórico. Y Latidos compone una sección más personal e intimista.
Los poemas toman la forma de los salmos bíblicos, no sólo por su concepción temática, que busca una vuelta a los valores humanísticos, sino también en su dicción, simple, desnuda, siempre a la búsqueda de una comunicación directa, elaborada en el contraste de imágenes y, de cuando en cuando, con referencias ideológicas expresadas de manera sencilla.
Surcos resume el esfuerzo por reivindicar, desde el humanismo, una mirada crítica sobre el mundo contemporáneo, a veces teñida de nostalgia, a veces de una cierta estética tradicional y conocida.